Historias de baloncesto: una canasta en su propia cesta

Historias de baloncesto: una canasta en su propia cesta

Escrito por: Sergio Palay    20 noviembre 2008     2 minutos

Me acuerdo que en infantiles un chaval que estaba distraído después del salto inicial corrió a su aro y realizó una anotación en su propia canasta. Los árbitros la dieron por válida y obviamente el pobre jugador fue objeto de todas las bromas del equipo. En esa ocasión la canasta fue validada porque el jugador no tenía intención de convertir en su propia canasta. Esto sí que no es permitido y está previsto en el artículo 16.2.3 del actual reglamento de la FIBA.

Muchos de ustedes se preguntarán si es necesaria esa regla. Hay una anécdota que demuestra que si. Era el año 1962. La, por aquel entonces, incipiente Copa de Europa de baloncesto, deparaba en cuartos de final una eliminatoria a doble partido entre un equipo italiano, el Ignis de Varese, y el Real Madrid, disputándose el primer partido en territorio italiano. Los aficionados del Varese hacían de esa cancha una verdadera caldera. El ambiente intimidaba tanto a jugadores visitantes como a árbitros. Esas condiciones hacían que pese a que el Real Madrid tuviese mejor plantilla, el juego se mantuviese igualado en 80 a falta de tan solo dos segundos para terminar.

Es entonces que, el entrenador solicitó tiempo muerto para planificar la última jugada ya que los blancos tenía la última pelota. Lo que sucedió luego sorprendió a todos. Al reanudarse el juego, el madridista Lorenzo Alocén recibió el balón y anotó sin ninguna oposición… ¡en su propia canasta!. Los aficionados locales festejaron la canasta del juego, pero poco tardaron en darse cuenta de lo que realmente había pasado.

El entrenador español había decidido convertir en su propia canasta a fin de evitar la prórroga y perder por una mayor diferencia la cual sería muy difícil de superar en la vuelta. Los italianos protestaron pero la acción fue considerada como válida. En la vuelta los españoles ganaron de forma cómoda 83-62.

Obviamente la ética de la acción fue puesta muchas veces en tela de juicio, pero no no existía nada en el reglamento que le quitara legalidad. Es por eso que, desde ese partido, la FIBA decidió prohibir las autocanastas deliberadas que pasaron a suponer una violación.


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