Historias de los JJOO: Eric Moussambani

Historias de los JJOO: Eric Moussambani

Escrito por: A. Miguel    5 agosto 2016     2 minutos

Unos Juegos Olímpicos suelen ser sinónimo de grandes marcas, récords para el recuerdo o triunfos memorables. Nada de eso consiguió nuestro protagonista, Eric Moussambani, un nadador guineano que logró acaparar muchas miradas en las Olimpiadas de Sydney del año 2000.

Moussambani, cuyo sueño era participar en unos Juegos Olímpicos, no dudó en acudir a Sydney aunque no fuese en atletismo, su gran ilusión. El guineano se vio favorecido gracias un programa del COI, el cual permitía la participación a deportistas de países en vías de desarrollo aunque no alcanzaran la mínima exigida.

Así, viendo que el cupo de atletas en su país estaba completo, el guineano se lanzó a la piscina y aceptó la plaza en natación que el COI había destinado a Guinea.

El nadador guineano forma parte de la historia de los JJOO
Con sólo 8 meses para prepararse y con evidentes problemas de infraestructura para entrenar (tuvo que hacerlo en una piscina de 25 metros dentro de un hotel, y la primera vez que vio una de 50 metros fue en los propios Juegos), el guineano conquistó el corazón de miles de aficionados con una marca para los anales: 1:52.72 en 100 metros libres, el doble que los campeones e incluso superior a las marcas registradas en 200.

Esa imagen suya nadando sólo en la piscina, jaleado por los aficionados, dio la vuelta al mundo. El hombre apenas sabía nadar y le costó Dios y ayuda terminar. Ese irrepetible momento se produjo después de que los dos nadadores que competían en su serie fuesen descalificados por sendas salidas falsas.

Su actuación le hizo célebre y le animó a seguir nadando. De hecho se clasificó para los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004, mejorando su marca en más de un minuto. Sin embargo, la suerte esta vez le fue esquiva y no pudo participar en sus segundas olimpiadas debido a problemas de visado.

En Pekín se le había pasado ya el arroz y no consiguió clasificarse. Aun así, su huella permanece imborrable, (especialmente en su país, en donde es un ídolo además de seleccionador de natación) y sin duda su historia forma parte de esos momentos irrepetibles que nos dejan unos Juegos Olímpicos.


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