Fallece Wilfred, un mito del Rayo Vallecano

Fallece Wilfred, un mito del Rayo Vallecano

Escrito por: Javi    28 enero 2015     2 minutos

A veces, para alcanzar la categoría de mito en el fútbol no es necesario ser una gran estrella de este deporte. Simplemente, a veces, hay quien alcanza ese status simplemente porque cae bien, simpático, o porque la nosltagia nos evoca a otros tiempos que recordamos mejores, o también, como le ocurría al nigeriano Wilfred Agbonavare, por ser alguien fuera de lo común.

Tenemos que remontarnos a la primera mitad de los 90. No había Ley Bosman ni acuerdos de Cotonou. Los equipos sólo podían tener cuatro extranjeros en la plantilla y sólo tres podían coincidir en el campo a la vez. Por eso, los equipos «gastaban» sus plazas de extranjeros en jugadores que marcaran la diferencia y eran impensable los fichajes tan «exóticos» que se ven hoy día.

Pero, como en todo, había excepciones. Así, en 1990, el Rayo Vallecano sorprendió con la contratación de un portero nigeriano, Wilfred. No había ninguna referencia sobre él, y más en aquellos tiempos donde no habían los medios que hay hoy, pero algo habrían visto los técnicos del equipo madrileño para confiar en aquel hombretón que se presentó a las puertas del club pidiendo una prueba.

Ya había otros porteros africanos, como Ezaki en Mallorca o el mítico N’Kono en el Espanyol, pero inevitablemente Wilfred llamaba la atención. Además, caía bien. Pronto se convirtió en un ídolo en Vallecas y, poco a poco, el grito de Willy Willy se contagiaba a otros campos de España. En seis años, jugó más de un centenar de partidos en Segunda División y casi otro centenar en Primera División.

Como entonces, hoy todos los aficionados, no sólo los de Vallecas, están tristes por el fallecimiento de Wilfred. Se lo ha llevado un cáncer, la enfermedad contra la que tanto luchó cuando la tuvo su mujer. Con apenas 48 años, se va alguien que no jugó en un grande, que nunca ganó títulos y que no formó parte del glamour del fútbol, pero que para toda una generación será, inevitablemente, un mito.


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