Los fantasmas después de una lesión
La estrella mediática Ricky Rubio volvió a las canchas tras estar en el dique seco 281 días debido a la desafortunada lesión que tuvo tras un encontronazo con Kobe Bryant. En la pugna por el rookie del año, tras disfrutar con sus primeros All Star y después de haberse convertido en un reclamo publicitario para la mejor liga del mundo su visión se oscureció.
“Tengo que olvidarme del miedo” decía el joven de El Masnou. Tras una reaparición brillante en la que Minneapolis volvió a disfrutar de ese “algo va a pasar con él en la pista”, su juego ha decrecido y sus minutos de adaptación siguen encasillándose en los 16-18. Con Shved, Ridnour y Barea a buen nivel, mucho tiene Rubio que intensificar para lograr aumentar su disponibilidad en pista. Intensificar o lo que viene a ser lo mismo, perder el miedo.
No todo el problema es físico. Cuando llevas mucho tiempo parado, lo primero que se te viene a la cabeza en cualquier situación de contacto son las penurias que has tenido que soportar durante tantos meses para volver a disfrutar haciendo lo que más te gusta. ¿Perderlo por un simple choque? Ni mucho menos, pensará. La intensidad defensiva y la convicción a la hora de atacar van en decrescendo.
¿Qué necesita el número 9 de los wolves? Minutos y confianza. Paso a paso. ¿Los puede tener viendo el nivel de sus compañeros y la clasificación de Minnesota? Mucho me temo que no. La recuperación moral de Ricky sólo dependerá de él mismo. En el club lo tienen bastante claro, paciencia, sólo tiene 22 años.
En Altaspulsaciones| Ricky Rubio devuelve la ilusión a Minneapolis
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