A los Timberwolves las noticias malas se le acumulan. Hace poco conocíamos la lesión de Zach LaVine, que le tendrá de baja durante lo que resta de temporada, y sin reponerse todavía de aquello llegó la noticia de la baja indefinida de Adreian Payne, un jugador menos importante en el roster, aquejado de un problema de trombocitopenia (en cristiano, menos plaquetas en sangre de lo normal).
Todavía no habían ganado los Golden State Warriors el título de la NBA y ya se había producido el primer traspaso medianamente sonado de cara al próximo curso. Es decir, todavía no había terminado esta temporada 2014-2015 y ya sabíamos que el escolta Lance Stephenson dejaba los Charlotte Hornets para pasar a engrosar las filas de Los Angeles Clippers.
A los Hornets les pasa algo. No es normal que un equipo que el año pasado se metió en los playoffs, que había mejorado la plantilla y que encima no había empezado la temporada del todo mal sea ahora uno de los peores equipos de la liga con un balance de cuatro victorias y catorce derrotas, las últimas nueve además de forma consecutiva.
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